269 años de merlenses!

Parece que allá lejos en el tiempo, pero muy acá, llegó desde el otro lado del mar un muchacho, Francisco, que pronto se hizo escribano público y de gobierno de la capital de la provincia, y también se hizo de buenos amigos. Eran los mil setecientos y mucha gente llegaba desde España a estas tierras. Francisco de Merlo adquirió con la herencia que le dejó un amigo, esta porción de territorio de la pampa ondulada, de buenas tierras para criar animales y cosechar cereales, forrajes. Así llegaron labradores con sus familias a trabajar la tierra, algunos eran pequeños propietarios, otros -la mayoría- se empleaban en estancias o chacras. Algunos de los primeros pobladores fueron Francisco de Leiba, Andrés Benítez, Bartolomé Pereira (de las esposas no se conocen los nombres) y vivían en el pueblito en 1742, cuando empezaron a proyectar la fundación. Ya tenían una escuela, una iglesia y en 1755, el 28 de agosto se fundó la VILLA DE SAN ANTONIO DEL CAMINO. Ese fue el primer nombre de Merlo. Unos años después se instaló un hospicio que era atendido por los religiosos mercedarios que habían heredado gran parte del territorio. En tiempos de los primeros gobiernos provinciales por 1820, los religiosos ya no estaban y las tierras pasaron a manos del estado, que después las alquiló. Alguien quiso comprarlas y se hizo todo lo posible por salvar el pueblito inicial, el de los días de la fundación cuando don Francisco les había donado las tierras a los primeros pobladores.
A fines de 1850 se refunda Merlo, se inicia la construcción del recorrido del ferrocarril, y los apellidos de nuestras calles actuales empiezan a resonar, Pedro Benoit diseñó la traza del pueblo (alrededor de donde estaban la antigua capilla y el hospicio) la nueva Iglesia de La Merced y el edificio de la escuela n° 1; Manuela de Pearson donó los terrenos para construir la estación del tren. Juan Dillón fue el primer presidente municipal en 1865 cuando se creó el partido de Merlo (que ocurrió en 1864). En 1870 llegaron muchas familias a instalarse cuando Buenos Aires se enfermó de fiebre amarilla. No teníamos hospital ni médicos, entonces los Lagomarsino donaron el terreno para construir el hospital municipal. A fines del siglo XIX comenzaron a asentarse inmigrantes que trajeron sus aportes culturales, confesiones religiosas, sus valores.
Este material fue extraído de lo escrito por una estudiosa de la historia de Merlo, la museóloga Wanda Frachia, perteneciente al área de cultura de la Municipalidad de Merlo y queremos agradecerle su generosidad y afecto.

Este fragmento muy breve da cuenta de cómo se inició allá lejos en el tiempo, la historia de este pueblo que nos aloja. Antes de la llegada de Francisco de Merlo, el territorio de lo que hoy es la provincia de Buenos Aires había empezado a dividirse para tomar posesión de este, desplazando a los pueblos originarios que lo habitaban. Reconocemos el valor de quienes se aventuraron a instalarse en tierras aptas para ser trabajadas, pero en condiciones de vida durísimas: los labradores, sus familias, las personas esclavizadas que trabajaban la tierra para los dueños de las estancias, los pequeños propietarios… Porque iniciaron una identidad propia, la de las y los merlenses. De esas familias conocemos poco, tampoco sabemos si sus descendientes se quedaron por acá. Somos muchos más los que llegamos después, algunos en barcos, muchos más en trenes. Nos hemos asentado aquí y doscientos sesenta y nueve años después, les rendimos homenaje a los primeros pobladores, por su valentía, por su sacrificio, por su esperanza.